Dando uno de mis paseos haciendo la compra semanal encontré unos puerros bastante "hermosos" y se me encendió la bombilla, jolines con lo buena que está la crema de puerros y me llevé un paquete de tres con la intención de prepararlos. Aunque pasaron unos días, y hasta tal vez una semana, porque no tenía batidora, al final me decidí a comprarla antes de que se echaran a perder, si es que uno no se puede ir a vivir solo y no tener una batidora nos puede sacar de tantos apuros.
Bien para comenzar la receta cogemos los puerros y los lavamos, aunque ahora no recuerdo si lo hice, pero vamos he sobrevivido y de momento no tengo efectos secundarios. A continuación les cortamos la cabeza y los pies en plan Kill Bill pero sin ensañarse, y los troceamos, más o menos en rodajitas de unos tres dedos (nos quedamos con la parte blanca vamos). Cogemos una sartén que ponemos a fuego medio y a la que añadiremos un chorrito generoso de aceite de oliva, antes de que se os queme añadir los puerros y añadís un poco de mantequilla (yo eché una que compro de Central Lechera Asturiana que lleva aceite de oliva también y que está cojonuda). Reogamos bien los puerros hasta que estén doraditos, veréis que se empiezan a soltar las capas del puerro y hasta puede que se os peguen jeje cuidado y echarlo un vistazo. Mientras se reogan los puerros pelamos tres o cuatro patatas, que trocearemos y pondremos a cocer en una olla con agua. Una vez se hayan reogado los puerros los añadimos a la olla en la que hemos puesto las patatas, con el caldito y todo lo que hayan soltado los puerros. Ahora se trata de esperar que se cueza todo y para comprobar que está listo pincharemos tanto las patatas como los puerros con un cuchillo, si al pincharlo vemos que el cuchillo sale fácilmente es que está listo.
Retiraremos la olla del fuego y nos pondremos a batir la mezcla. Para ello cogemos el bote de la batidora e introduciremos las patatas y los puerros sin el caldo de coción. Antes de batirlo para evitar que nos quede demasiado seca la crema podemos añadir un par de cucharadas de dicho caldo, y según el gusto (vamos si os gusta más o menos espesa) añadiremos más o menos. Yo no soy de echar sal a las comidas, supongo que se lo debo a mi madre que nunca le echó sal a las comidas y la salud de mi familia lo agradeció enormemente. Así que habréis visto que en ningún momento lo cité, no porque se me olvidara echarla ni nada, es que no la eché porque no suelo hacerlo. Una vez batida la mezcla podéis echar sal al gusto, y creo que si seguís los pasos os quedará una crema muy ligera y muy sabrosa.
Desde aquí le doy las gracias a Shella, la cocinera de Onda Sempre que siempre me da sus pequeños consejos en muchas de los platos que voy preparando. Foto no tengo, porque con el hambre que llegué aquel día duró poco la cremita.
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