Parafraseando uno de los libros que todos (o casi todos) hemos leído bien por obligación, bien por devoción (mi caso no lo voy a contar...) y trasteando un poco ese inicio que todos sabemos recitar de memoria:
"Desde un lugar de la Mancha desde cuyo lugar, -en este caso, sí quiero acordarme..." el Maese Brigato Mayor de la Estepa Alcarreña (el Manu joder, ¡no os hagáis pajas mentales!) me diese a conocer otro manjar con el cual intentar una nueva hazaña, ¡¡no quemar el horno y no pasar hambre!!.
Como el título de esta entrada dicta, os presento una receta muy parecida, por no decir igual a la "Dorada a la sal". ¿Qué cambia? ¡¡¡El ingrediente principal!!! (o una palabra, o un concepto, o dos ideas distintas ¿carne o pescado? O como muchos decíamos de pequeñajos la chichaaaaa!!!!)
La historia de esta receta surge una tarde, semanas atrás, después de comentarle a Manu mi idea de crear un blog. Fue él quien me animó a probar esta receta y otras tantas. La verdad es que lo pospuse bastante, hasta que mira tu por donde, la semana pasada, mientras hacía la compra oí en el Mercadona (ese pequeño santuario donde hago la compra semanalmente...) por megafonía que tenían solomillos... y dije, ¡coño esta es la mía!. Además, mientras paseaba por las estanterías del supermercado, dí con un pequeño tesoro (lo siento pero la sal en otra época muy muy pasada era tan valiosa o más que el oro, y sino que se lo digan a los de Sodoma y Gomera -como decían en "Los Serrano" que se convirtieron en estatuas de sal jaja), y lo que son las cosas, tenían sal marina para hornear, algo que la otra vez que fui a comprar no había visto (no me había fijado vamos). Lo más gracioso de todo, es que si la véis podréis ver que en un costado te da dos recetas: pescado a la sal y solomillo de cerdo a la sal.
La verdad es que en esta segunda lectura, intentando completar y corregir errores (que los habrá, lo siento soy vulgar y humano, y aunque intento evitarlo, mis malas costumbres y haber vivido tantos años en la Costa Marrón dieron sus frutos) me acordé de la anécdota a la hora de comprar el solomillo. Le pregunté a la carnicera que me diera un solomillo de cerdo para hacer a la sal, y la tía me miró como si estuviera loco, y me suelta que eso solo es para el pescado, que cómo iba a meter un solomillo en sal en el horno, que sabría a rayos, y bla bla bla... total que porque me lo comí de la tacada sino se lo llevo... Manda carallo!!!
La verdad es que los pasos son iguales, salvo por una excepción: cuando hice la dorada con sal gorda normal la tuve que mojar para poderla compactar mejor, y con esta sal no me hizo falta, porque viene como húmeda.
Total que me dispuse a sacar de nuevo esa bandeja que viene en mi horno y que como os conté en la anterior ocasión es "contorsionista" -doy fe (y van dos veces, espero que un día no se solapen las esquinas, a ver quién es el majo que luego saca el asado...), y extendí la famosa camita de sal sobre la superficie de la amiga contorsionista en la que reposará nuestro suculento manjar.
Una vez extendida bien la sal, situamos el solomillo, bien centradito.
A continuación, con bastante cuidado cubrimos el solomillo con sal, creando una capa uniforme de aproximadamente un dedo de grosor (veréis que es aproximadamente un kilo y medio largo de sal lo que hace falta, la bolsa que compré de sal marina es de 2kg.).
Y más o menos os puede quedar una cosa así (está dentro aunque no lo parezca jeje). En esta ocasión precalenté un poco el horno mientras iba tapando el solomillo con la sal -además tenía la Sexta viendo a Fernandito Alonso haciendo la remontada del siglo, y no paraba de ir de la cocina al salón jaja.
Como con la dorada, puse el fuego tanto por debajo como el grill del horno y en esta ocasión lo puse a 180ºC y un poco más de tiempo, para evitar que pudiera quedar demasiado crudo.
El tiempo más o menos depende de la temperatura, obviamente, a mayor temperatura menor tiempo. Una vez se os agriete la sal podréis sacar la bandeja del horno. En esta ocasión lo pinché con un tenedor para comprobar que estuviera listo. Por cierto, Manu "COMO HUELE"... Es el típico plato que con solo olerlo despierta muchas sensaciones...
Como el otro día estaba en plan sibarita, me hice unas patatitas al horno, para acompañar el plato, que no creo que tengan mucho misterio: pelar, cortar estilo panadero, un poco de sal y chorrito de aceite de oliva, y todo para el horno.
Este plato no plantea ninguna dificultad, si bien es verdad que debéis de tener cuidado al sacar el solomillo de la sal. Limpiarlo bien para que no os quede la sal pegada y resulte demasiado salado. Y aunque no os lo creáis hasta que lo hagáis, NO ESTÁ SALADO.
Una vez lo hayáis sacado del caparazón de sal, y dejado bien limpito, está listo para servir y emplatar como más gustéis. Yo le puse las patatas que preparé en el horno. Espero que os guste y lo probéis, no se tardan más de 20 minutos en prepararlo y servirlo.
Una cosilla: una vez lo vayáis cortando podréis comprobar como suelta juguillo, como obviamente no me lo comí entero de una "tacada" las patatas fueron absorviendo el juguillo... y por la noche cuando me comí el resto... puffff... eso no tiene nombre... buenísimo...